La limpieza de manos: su importancia para la salud y consejos prácticos
Dentro del área de la higiene, podemos identificar diversas técnicas o métodos para garantizar una correcta limpieza, ya sea de superficies o del propio cuerpo. Si bien concebimos estas cuestiones como importantes tanto a nivel de imagen como de confort, el principal motivo para lograr una buena higiene no es otro que la salud.
La técnica más básica y sencilla dentro del cuidado y la higiene personal, quizá sea el simple acto de lavarse las manos que, por común, en ocasiones pasa desapercibido. Sin embargo, estamos ante uno de los hábitos más importantes de prevención relacionados con el aseo personal.
Hoy en día es frecuente que a los más pequeños se les enseñe a lavarse correctamente las manos, pero su importancia no siempre fue tenida en cuenta. Debemos remontarnos a 1846 para encontrar la primera efeméride de la higiene de manos, cuando el doctor Semmelweis empezó a recomendar esta rutina antes de asistir a las mujeres de parto. Si bien su medida fue considerada absurda hasta el punto de ser destituido, le debemos uno de los grandes hitos en la disminución de la mortalidad en los partos gracias a este simple gesto.
En un estudio de WIN/Gallup (enlace en inglés), encontramos interesantes datos sobre el estado actual de la higiene de manos que – afortunadamente – es considerado un acto automático en la mayoría de casos.
En dicho estudio se aprecian algunas diferencias por regiones, por ejemplo, en el uso de complementos al agua como puede ser el jabón de manos, que en ciertos países está más extendido que en otros. Curiosamente podemos identificar lugares en los que es más habitual comer con las manos como los “más limpios” en este sentido, como es el caso de Arabia Saudí a nivel mundial o Grecia en Europa. En cualquier caso, siendo un acto de extrema importancia y obligatorio en profesiones como la cirugía, el lavado de manos es visto como un hábito a preservar por la sociedad en su conjunto a nivel mundial.
En cuestión de salud pública, el estudio también resalta un problema que, si bien disminuye con el tiempo, aún es notable: el acceso a sistemas de aseo de calidad. Alrededor de un 15% de la población mundial no dispone de este acceso por lo que, entre otras cosas, realiza sus necesidades a la intemperie, haciendo imposible un lavado de manos posterior. La cifra aumenta al 35% si contamos a las personas que no tienen acceso a unos baños de mínima calidad que cuenten por ejemplo con agua corriente.
Las consecuencias de no seguir estos hábitos de limpieza pueden llegar a ser graves. Puesto que utilizamos las manos para multitud de tareas y acciones a lo largo del día, podemos afirmar que son la primera barrera ante posibles infecciones. De este modo, que uno de cada tres habitantes del mundo no se limpie las manos después de ir al baño no sólo pone en riesgo su salud, sino que puede estar jugando con la de los demás: según Unicef seguir a rajatabla el hábito de lavarse las manos tras defecar, estornudar o antes manipular alimentos reduciría un 40% las enfermedades diarreicas y un 25% las respiratorias (de ahí el impulso dado por esta organización para la celebración del Día Internacional de Lavarse las Manos el 15 de octubre).
En palabras de Ferran Esteve, de Oxfam, se trata de un simple gesto que salva vidad. La ONG, de hecho, ha lanzado una campaña para fomentar este hábito que además de barato, es uno de los sistemas más efectivos para prevenir infecciones que asolan a miles de personas en situación de emergencia.
Por este motivo, entre nuestros hábitos y protocolos de limpieza para mantener a raya a las bacterias y la suciedad incluimos el lavado frecuente de manos siguiendo los siguientes pasos.
Cómo lavarse las manos correctamente
- Humedecer las manos y frotar las palmas con jabón.
- Frotar el dorso y entrelazar los dedos usando la espuma.
- Frotar palma con palma entrelazando de nuevo los dedos.
- Frotar los dedos por dentro de las palmas.
- Frotar un pulgar con la otra mano y después el otro.
- Frotar una palma de la mano con los dedos de la otra de forma circular y después la otra palma.
- Frotar una muñeca con la otra mano y después repetir con la otra muñeca.
- Retirar el jabón de todas partes con agua abundante.
- Secar las manos por todos los rincones asegurando que no queda ninguna parte húmeda.
- Repetir la técnica (por norma general) antes de manipular o ingerir alimentos, después de estornudar, y al final de la jornada laboral.
Limpieza e higiene son dos elementos básicos de una vida saludable. Por eso unas buenas condiciones de aseo personal han de ir asociadas a una correcta higienización y desinfección de los entornos en los pasamos la mayor parte del día, ya sea vivienda, oficina u otro lugar.
Y como diría el doctor Semmelweis, todo empieza con unas manos bien limpias… ¡incluso un nacimiento!