¿Cuándo desinfectar y cuándo no?

¿Cuándo desinfectar y cuándo no?
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Desinfectar o no desinfectar. Esa es la cuestión. Más aún, durante esta crisis sociosanitaria que estamos viviendo, en la que se nos ha insistido hasta la saciedad en la necesidad de desinfectar.

Y, por supuesto, es muy necesario. Pero no es tan simple como hacerlo o no hacerlo; porque desinfectar mal o cuando no es necesario, puede ser igualmente peligroso: una excesiva desinfección puede acabar con microorganismos beneficiosos para la salud, mientras que una desinfección deficiente, puede no acabar con aquellos que son perjudiciales.

Existen millones de especies de microbios a nuestro alrededor y unos 15.000 tipos viven en el cuerpo humano. Estos, a menudo son inofensivos, pero unos cuantos nos son de verdadera utilidad, hasta el punto de no poder vivir sin ellos. La parte de microorganismos que pueden causarnos algún mal es muy pequeña, y menor todavía si nos ponemos a pensar en daños graves o la muerte.

Es cierto que, a nivel mundial, se producen más muertes por infecciones hospitalarias que por accidentes de tráfico. Estas infecciones las causan microorganismos que no podemos ver, lo cual nos puede producir cierto miedo y nos lleva a esmerarnos en la limpieza para evitar los problemas que causan. Pero es importante realizar una limpieza de desinfección organizada y bien pensada para evitar realizar un trabajo insuficiente o carente de foco.

La variedad de microorganismos existentes es muy elevada y apenas es común oír hablar de muchos tipos; más allá de bacterias, virus, hongos o uno de los más famosos durante el confinamiento: la levadura. Ciertamente algunos de ellos nos pueden enfermar, los llamados patógenos, pero no todos.

 

Desinfectar en tiempos de Covid-19

La enfermedad conocida como Covid-19 está causada por un virus, que oficialmente se llama SARS-CoV-2. Es un tipo de coronavirus nuevo para la humanidad y altamente contagioso. A pesar del desconocimiento, cada día se descubre más de este microorganismo, y ahora sabemos que es más perjudicial de lo que se pensaba al principio. La ciencia tiene su proceso y sus tiempos, pero lo que está claro es que estamos ante una enfermedad que viaja en las gotas que expulsa una persona infectada al toser, estornudar o respirar fuertemente. De ahí la importancia de mantener la distancia entre personas y la ayuda que supone el uso de mascarilla.

También sabemos que este tipo de coronavirus que tanto nos preocupa en estos momentos, es capaz de sobrevivir en las superficies (fómites) durante un tiempo. Por este motivo, es especialmente importante una limpieza de desinfección, combinada con una limpieza periódica y otros inestimables aliados como el el film de cobre antimicrobiano.

La última pista que tenemos para combatir el SARS-CoV-2, y la más reciente descubierta por la ciencia, es que parece transportarse también por aerosoles (como el humo del tabaco), lo que aumentaría la distancia a la que puede contaminar. De ahí la creciente preocupación por los espacios cerrados, especialmente los que carecen de buena ventilación.

 

La limpieza es, sobre todo, seguridad

En Rivera siempre hablamos de la relación de la limpieza con la salud y la seguridad. Un espacio o superficie limpio debe ser, por pura definición, higiénicamente seguro.

En estos meses han cambiado muchas cosas. Lo más palpable, quizá, hayan sido los cambios en las conductas de las personas y las normas de las diferentes Administraciones o Gobiernos. Pero también ha cambiado el concepto de limpieza, de lo cual nos alegramos, porque se ha acercado a lo que nosotros entendemos que es desde hace más de 30 años.

Hemos pasado de la limpieza visible a la seguridad higiénica. Que se vea algo limpio es muy importante (sobre todo para un negocio), pero lo realmente necesario es que sea seguro. Y parece que la sociedad está empezando a entender esa importancia. Las organizaciones, por ejemplo, quieren que sus empleados y clientes confíen en ellas en este sentido. Un cliente que acude a tu oficina quiere saber que es higiénicamente segura. Puede ver con sus propios ojos si el espacio está limpio, pero sobre todo, necesita la certeza de que la empresa se toma en serio la limpieza. Quiere ver dispensadores de gel, distancia de seguridad, buena ventilación, protocolos anti-Covid y superficies impolutas.

La postura ante la limpieza también ha cambiado. Durante el confinamiento, los aplausos se dirigían también a esos trabajadores y trabajadoras indispensables que estábamos ahí fuera limpiando. Pero no solo eso, sino que también, se ha adoptado una especie de necesidad de limpiar y desinfectar todo a cada momento. No siempre porque tenga sentido, sino simplemente para reducir el miedo. Lo peor, es que sabemos que el miedo puede ser un mal guía a veces.

 

La desinfección contra los microbios

Imaginemos una empresa que quiere evitar la propagación de la Covid-19 entre sus colaboradores. La dirección se siente en la necesidad de hacer algo y decide desinfectar los pomos de las puertas cada tres horas, con el conocimiento de que el virus puede durar ahí unos días y las personas se pueden infectar por esa vía.

A pesar de tener una premisa cierta, no tiene sentido desinfectar cada tres horas, porque solo la primera persona que utilice esa puerta después de la limpieza estará segura sin margen de error. Todas las personas que le sigan estarán seguras solo si la primera no está infectada. Esto, que puede parecer un ejemplo ficticio, está ocurriendo; y es una clara muestra de desinfección inútil.

Es importante crear un protocolo de limpieza, combinado con limpieza de desinfección, que esté bien enfocado y adaptado a las necesidades de la empresa (incluyendo otras medidas de seguridad, limpieza e higiene). Si no se hace así, volvemos al principio: podemos acabar con microorganismos beneficiosos para la salud o no acabar con aquellos que son perjudiciales. Y hacerlo, además, malgastando tiempo, dinero y material. En el peor de los casos, se puede crear una resistencia de los microorganismos a los productos de desinfección, llevando a la gente a enfermar porque los trabajos de limpieza no matan los patógenos.

Un proceso de limpieza de desinfección defectuoso puede matar los microbios más débiles; pero dejar que los fuertes sobrevivan, haciéndolos más resistentes. Por eso es importante conocer qué tipo de producto utilizar, con qué utensilios, en qué cantidad, cómo hacer la limpieza previa, cuándo se puede usar la superficie tras el protocolo, dónde enfocar mayores esfuerzos…

 

Cómo desinfectar de la forma correcta

¿Tenemos que cambiar la forma en que desinfectamos? En términos generales, no. El coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de una buena desinfección, pero el conocimiento y los protocolos ya estaban aquí. Lo que sí se debe cambiar es el comportamiento que tiene la gente frente a la desinfección: hay que hacer lo necesario, de forma consistente y acorde con las instrucciones.

¿Se está haciendo esto en tu organización, en tu comunidad de vecinos o en tu tienda? Si la respuesta es no, o simplemente la desconoces, contacta con nosotros y evaluamos la situación para crear un protocolo individual de limpieza para proteger la salud de todas las personas que utilizáis tus instalaciones.

Cambiar de forma drástica puede suponer un perjuicio muy importante, pero es hora de que se vayan tomando cartas en el asunto, aunque sea de forma paulatina, para afrontar un reto que crece con la ausencia de formación, la falta de liderazgo, el mantra del ahorro de costes o las posibles barreras arquitectónicas de un espacio concreto. Al fin y al cabo, esta crisis va para largo, pero durará mucho más si no se toman medidas:

1) Revisa la documentación relativa a los protocolos de limpieza. Comprueba que está actualizada y que todas las personas involucradas la conocen. Ante la duda, contacta con nosotros para realizar una consultoría y validar los protocolos que empleáis.

2) Identifica los “puntos calientes”, los lugares que pueden tener un mayor riesgo de contagio, y adapta los protocolos para tenerlo en cuenta.

3) Asegúrate de que el personal de limpieza cuenta con la formación adecuada.

4) Comprueba el equipamiento de limpieza. Debe ser profesional, no tener defectos y, por supuesto, estar limpio.

5) Dedica tiempo a la comunicación. Es importante explicar el por qué de los protocolos y la prevención. Motiva al equipo para que se involucre y entienda la importancia de la limpieza.

 

¿Y si no desinfecto?

Es verdad; la desinfección puede ser peligrosa. Pero ha salvado muchísimas vidas. Lavarse bien las manos, por ejemplo, es una de las actividades más importantes para prevenir la contaminación cruzada (y su puesta en práctica, un auténtico punto de inflexión en la reducción de la mortalidad en los partos desde el siglo XIX).

Desinfectar una superficie de una forma poco adecuada puede crear virus y bacterias más fuertes. Pero no desinfectar permite que vivan y se multipliquen, si no más fuertes, también capaces de causar enfermedades y muertes. La cuestión es cómo se desinfecta. Y yendo un poco más allá, si una persona que realiza otras tareas, ¿debe ser la encargada de limpiar? Si alguien que se dedica a la limpieza habitual, ¿tiene la formación y experiencia suficiente para realizar una limpieza de desinfección?

Lo que está claro es que una buena limpieza es mejor que nada, y también, es mejor que una desinfección innecesaria. Esto significa que hay que desinfectar cuando es necesario, no que no haya que desinfectar en absoluto. Por ello, en Rivera dedicamos un tiempo a estudiar y evaluar la necesidad de un protocolo de este tipo.

 

El SARS-CoV-2 no será el último virus desconocido que entre en nuestras vidas. Habrá más y podrían ser peores. Por eso, es necesario evaluar, mejorar e innovar. Eso es, precisamente, lo que están haciendo los microorganismos.


 

Artículo realizado a partir de un texto de Paul Harleman para European Cleaning Journal.