La RSC en la pyme, un reto clave en la competitividad del futuro
La Responsabilidad Social Corporativa es una práctica que, frecuentemente, se vincula a grandes empresas. Esas compañías que tienen recursos, estrategias y visión para tener en cuenta este tipo de políticas. Pero como ocurre con la transformación digital, la innovación, la gestión del talento o el liderazgo, la responsabilidad social y medioambiental es un reto importante también para las pequeñas y medianas empresas. La RSC en la pyme es un factor clave de competitividad hoy, pero un valor imprescindible en el futuro cercano.
No es momento de encender ninguna alarma y tampoco queremos abrir un espacio al oportunismo; pero el desarrollo de estos conceptos en un entorno empresarial altamente competitivo es muy acertado. Como sucede con la digitalización, no se trata de que las pymes se obsesionen con sus políticas de responsabilidad; pero conviene que las vayan teniendo en cuenta en función de sus capacidades, madurez, posicionamiento, cultura corporativa y modelo de negocio.
En los últimos tiempos hemos presenciado un importante impulso de la RSC en la pyme a raíz del desarrollo de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos programas, además de un incentivo, han sido de gran ayuda a la hora de actuar como guía e inspiración para poner en valor el compromiso con la sociedad y el medio ambiente de las empresas.
La importancia de la RSC en la pyme
Es cada vez más frecuente y palpable el rechazo de la ciudadanía (y por tanto de clientes, usuarios y consumidores) por las empresas que contaminan, que no cumplen con la seguridad en el puesto de trabajo, que eluden sus obligaciones fiscales o que no actúan contra la desigualdad. Generalmente se manifiesta contra grandes corporaciones, que por otro lado, cuentan con mejores mecanismos para protegerse de estas situaciones; pero las pymes no están blindadas contra este riesgo.
Por tanto, una empresa socialmente responsable es bien percibida por la sociedad y, a su vez, es más atractiva para los grupos de interés y el conjunto de la ciudadanía. Esta ventaja se puede materializar de muy diversas formas, todas beneficiosas: retención de clientes, atracción de talento joven, aumento de ventas, retención de talento, beneficios fiscales, aumento de la motivación del equipo, etc. Pero sobre todo, propicia un beneficio por encima de todos: una empresa que dedica parte de sus esfuerzos a mejorar el entorno, tanto a nivel social como medioambiental, está también garantizando su propio futuro como parte de esa comunidad a la que está ayudando.
Así, teniendo en cuenta beneficios directos e indirectos, las pymes pueden garantizar su competitividad a largo plazo gracias a la Responsabilidad Social Corporativa; más aún si la competencia no repara en el valor de estas políticas.
Toda empresa, también pequeñas y medianas, está bajo observación permanente. En un entorno interconectado y con el auge de las redes sociales, sus actuaciones están a la vista de cualquiera y son esas mismas personas quienes aprueban o reprueban. Por tanto, estas también tienen una influencia para determinar el futuro de las empresas. He aquí uno de los grandes retos para las pymes a la hora de abordar su RSC: comprender y aceptar esta realidad.
Retos de las pymes para abordar su RSC
Además de aceptar la realidad de que no sólo clientes y proveedores determinan el futuro de una pyme, sino que hay una serie de stakeholders más allá de las relaciones habituales; existen otros retos.
Uno de ellos es ser capaces de valorar el coste de oportunidad y los riesgos a futuro que vienen dados por la falta de responsabilidad social y medioambiental. Estos riesgos son principalmente económicos, materializándose en forma de multas o pérdida de ventas, pero en un primer momento pueden no ser tan palpables (aquellos que afectan a la reputación y el reconocimiento). Para valorarlos se necesita cierta amplitud de miras para hacerse una serie de preguntas a resolver con sinceridad. Por ejemplo, si la empresa es consciente de quién es el público objetivo, qué lleva a los clientes a adquirir el producto o servicio provisto, qué grupos tienen intereses en la actividad de la empresa y a qué niveles o si la organización satisface las necesidades de los grupos de interés.
Otro de los retos que se deben abordar a la hora de reflexionar sobre la RSC en la pyme es reconocer los frenos a su implantación. Afirmaciones como que la Responsabilidad Social Corporativa es para grandes empresas, que el éxito de una organización se debe únicamente al esfuerzo propio o que como nunca hubo RSC no es necesaria ahora son a la vez dañinas y recesivas. Cuestiones como la igualdad o la ecología son temas urgentes que no se pueden posponer ni silenciar; pero que, además, son extremadamente importantes para personas y grupos clave para las organizaciones.
Entre los retos más importantes se encuentra también la necesidad de involucrar a todo el equipo. La apuesta por la responsabilidad social ha de surgir en la dirección o propiedad de la empresa; pero debe ser abrazada por todos los miembros de la organización. Aglutinar a todas las personas en el mismo barco, aceptando la imposibilidad de abordar la RSC de forma individual y abriendo espacios de participación, son retos de grandes dimensiones; pero se trata de un trabajo ineludible.
El último gran reto, y no por ello menos importante, es la materialización. Cuando se ha analizado y comprendido, llega el momento de poner en marcha la RSC en la pyme. Esto puede ser un proceso de cierta complejidad ya que en ciertos aspectos es difícil cambiar una mentalidad de largo recorrido respecto a un tema más o menos novedoso. Como puede ser abordar la igualdad de oportunidades y la diversidad teniendo en cuenta las distintas sensibilidades respecto al género.
Cómo implantar la RSC en la pyme
Para evitar convertir en irrelevante a la empresa a los ojos de clientes y consumidores potenciales, la Responsabilidad Social Corporativa es un gran aliado. Con suerte, a estas alturas habremos desterrado la idea de que la RSC es cosa de grandes empresas con grandes recursos pero, ¿cómo puede una pequeña o mediana empresa abordar la RSC con unos recursos más bien escasos?
La respuesta no tiene nada que ver con la capacidad de inversión o los recursos disponibles. Como todo en la vida, el dinero y otras capacidades facilitan las cosas, pero se puede ser responsable sin apenas inversión. Estas son las claves:
- Mentalidad enfocada al desarrollo sostenible.
- Cultura corporativa y estrategia empresarial alineadas con la responsabilidad social.
- Comprensión de que se trata de un proyecto sin fecha de finalización (asumiendo la relevancia de la perseverancia, la constancia y la transformación).
- Valor del trabajo en equipo, también como fuente de inspiración y reflexión.
- Importancia del diálogo y los vínculos, incluso con grupos de interés ajenos a la empresa.
A la hora de implantar una política de RSC en la pyme es imprescindible analizar cómo las actividades de la empresa afectan a los distintos grupos de interés. De este modo es posible identificar oportunidades que permitan crear valor en pro del medio ambiente y la sociedad. Así, la Responsabilidad Social Corporativa también es un elemento catalizador de innovación y, por tanto, de ventajas competitivas.
Una vez que se da el paso, la gestión de un proyecto de RSC no es muy distinto de cualquier otro proyecto empresarial: definición de objetivos, medición del éxito, plazos, equipo responsable, acciones concretas, presupuesto, etc. Como en todo proyecto importante, la materialización es imprescindible, pero el trabajo realmente clave es el previo; el de análisis, reflexión y concepción.
La RSC en la pyme trasciende a su propio mercado; va más allá de las interacciones económicas. Se trata de una exigencia del entorno empresarial, entendido como el escenario donde las empresas desarrollan su actividad en toda su amplitud, donde interactúan con clientes, proveedores, colaboradores, empleados, grupos de interés, administraciones, competencia y ciudadanos. Un escenario en el que cada cual, espera algo de la empresa, y donde satisfacer esas demandas es una garantía de supervivencia.
Es altamente probable que tu pyme tenga ya, incluso sin que seas plenamente consciente, un importante papel en materia de responsabilidad social. Ya sea como generadora de empleo en el municipio, como patrocinadora de alguna actividad deportiva o con una gestión de residuos responsable, tu pyme contribuye en su entorno. Esto hay que ponerlo en valor, pero también hay que desarrollarlo al máximo nivel posible porque un mundo mejor es una fuente de oportunidades para las futuras generaciones; y también para las actuales.