Empresa líquida: una organización para entornos cambiantes
La empresa líquida es un modelo de organización que se está popularizando para desenvolverse en el mundo actual; un mundo que se caracteriza por la volatilidad, el cambio constante y la inmediatez. Es lo que el sociólogo Zygmunt Bauman bautizó como “modernidad líquida“, la época marcada por la incertidumbre.
La sociedad líquida tiene una filosofía de vida, unos valores y una moralidad radicalmente distinta a los de otras épocas que, con pequeños cambios, se habían mantenido similares en términos generales durante un largo período de tiempo. Este tipo de sociedad y los individuos que la componen, de forma inevitable, influyen en las empresas, que deben adaptarse para seguir siendo competitivas.
Qué es la empresa líquida
Una empresa líquida es una compañía que está orientada a la flexibilidad, la adaptación y la fugacidad. En lugar de mantenerse pasiva, gestionando las operaciones que tiene entre manos, tiene el impulso para buscar el progreso y adelantarse a las tendencias.
Las empresas líquidas cuentan con organizaciones menos rígidas y más diversas, con equipos multidisciplinares que permiten una mayor agilidad ante los cambios del mercado. Estos son valores fundamentales en un momento en el que las condiciones y las formas de actuar fluctúan antes de convertirse en hábitos bien establecidos.
Este tipo de compañías, que se adaptan mejor al entorno actual, van más allá de las transacciones. Como empresa, obviamente, se busca una rentabilidad y un rendimiento económico de forma sostenible en el tiempo; pero sin dejar de lado cuestiones importantes que, de forma directa o indirecta, también pueden repercutir en la cuenta de resultados. La libertad de los empleados, por ejemplo, en forma de una mayor flexibilidad, políticas de bienestar o acciones para retener el talento, son cuestiones prioritarias.
Cómo ser una empresa líquida
Una compañía que se adapta a la sociedad líquida tiene mayores opciones de superar períodos de crisis, es capaz de atraer el mejor talento (especialmente entre los trabajadores millennials) y tienen un mayor impacto positivo en el entorno. Y esta transformación, habitual en las startups, se puede dar en todo tipo de empresas partiendo de una serie de cuestiones clave.
Cultura corporativa
Este tipo de transformaciones se deben propiciar desde la base de una organización: su cultura. Se necesita una cultura corporativa basada en la igualdad, la creatividad y la capacidad de adaptación. Toda la empresa debe ser consciente de que cada situación es transitoria, que las condiciones cambian en todo momento y todas las áreas de la empresa deben estar abiertas a “desaprender”.
Diversidad
La diversidad es, sin duda, un signo de nuestros tiempos. Y las empresas deben ser reflejo de la sociedad, y a su vez, palanca de cambio. Por eso, no puede existir diversidad sin igualdad de oportunidades y condiciones. La diversidad aporta una mejor y más variada visión, condición indispensable para adaptarse a retos que ahora son desconocidos.
Compromiso con las relaciones
Las relaciones son el eje central de todas las operaciones en una empresa líquida y no basta con mantenerlas, se deben cuidar. La relación con clientes, empleados, proveedores, ciudadanos, accionistas, colaboradores o autoridades deben estar marcadas por el compromiso permanente, tratando de reforzar con cada acción esos vínculos.
Visión a largo plazo
Los planes de acción se deben realizar a corto plazo en entornos tan cambiantes; pero la visión debe ser clara y no perder de vista el objetivo último de la empresa en el largo plazo. Para ello, las empresas líquidas apuestan por el desarrollo sostenible, la Responsabilidad Social Corporativa, el cuidado del medio ambiente, la colaboración, la transformación digital y la innovación.
Las personas en el centro
El bienestar de las personas empleadas y colaboradoras es primordial en una empresa líquida. Fundamentalmente porque es imposible fomentar la creatividad, el compromiso o los valores compartidos de los empleados sin ser una empresa saludable.
Importancia de los datos
La digitalización es una aliada de excepción en todo proceso de cambio actual. Pero la tecnología debe ser un medio y no un fin, para hacer las cosas de una forma más eficiente, automatizar tareas de bajo valor añadido y aumentar la productividad. Eso sí, siempre sobre la base de los datos, en un momento en el que tenemos acceso a bases de conocimiento enormes que pueden ser gestionadas mediante herramientas de inteligencia de negocios.
Gestión del cambio
Antes de abrazar la liquidez, una empresa debe prepararse para desapegarse de los viejos modelos; tanto a nivel mental como organizacional. Para ello, es necesario alinear toda la cadena de valor con los diferentes stakeholders, realizar un importante esfuerzo de comunicación, fortalecer los liderazgos y apostar por la formación y el aprendizaje continuo.
Transparencia
La amplia disposición de información y la hiperconexión requiere de claridad por parte de las organizaciones para crear relaciones sólidas con los grupos de interés. Además, ante la imposibilidad de mantener noticias ocultas, las empresas líquidas deben apostar por la comunicación directa y la transparencia.
Acercar nuestras organizaciones hacia la idea de empresa líquida nos permitirá optimizar su estructura y modelos de gestión o ahorrar costes y tiempos; pero sobre todo, funcionar de una forma más ágil, flexible y adaptable. Si el mundo ha cambiado, ¿no deberían hacerlo también las empresas?