Por qué no debes usar ambientadores

Por qué no debes usar ambientadores
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Los ambientadores son productos diseñados para perfumar el ambiente de un espacio cerrado y son muy populares en coches, hogares, oficinas y establecimientos comerciales. Ya sea en spray, difusor eléctrico, vela o cualquier otro formato, se han vuelto muy populares en los últimos años como solución fácil y rápida para mantener un lugar fresco y perfumado, así como para enmascarar malos olores. También se utilizan como vehículo para la relajación o la meditación, aduciendo supuestos beneficios calmantes.

Sin embargo, es importante fijarse en la composición de los ambientadores, ya que una buena parte de ellos son perjudiciales para la salud. La presencia de productos químicos como formaldehído, terpenos o ftalatos, que pueden ser irritantes para las vías respiratorias y desencadenar reacciones alérgicas, es demasiado común en estos productos.

Por esto motivo, para evitar cualquier riesgo, es mejor no utilizar ambientadores en espacios cerrados, ya que todos los beneficios que se les atribuyen se pueden logar con dos sencillas técnicas: limpieza y ventilación.

 

Cómo mejorar el ambiente de un espacio cerrado

Para crear un buen ambiente en espacios cerrados se debe empezar por crear un espacio saludable. Y para ello es innegociable la eliminación de todo producto químico o, en caso de que sea imposible, la reducción de su presencia al máximo. Esto supone no utilizar ambientadores, entre otras medias.

Por otro lado, es fundamental llevar una estricta buena higiene de los espacios. Una rutina de limpieza adecuada para el espacio, sin productos tóxicos, que reduzca al máximo el empleo de químicos es, además de saludable, la mejor forma de eliminar los malos olores.

En tercer lugar, no hay que olvidar la importancia de renovar el aire de cada estancia. Para ello, basta con ventilar adecuadamente un par de veces al día  aunque se puede optar por otras medidas en función de las características del edificio o la climatología: desinfección aeróbica, sistemas de renovación mecánica, etc., sin olvidar la importancia de las plantas.

 

Los ambientadores a examen

Algunos ambientadores tienen olores fuertes o artificiales, que además de ser molestos, nos pueden dar una pista de su afección negativa a nuestra salud. En Europa están estrictamente regulados, pero es cierto que resulta raro el año que no se añade un componente de estos perfumes a la lista de sustancias prohibidas de la UE. Por ello, lo mejor es prescindir de los ambientadores en previsión de que en el futuro se detecten nuevas contraindicaciones entre sus compuestos, como sucedió en 2019 con los tan extendidos butilfenil o lilial, muy comunes en los suavizantes.

La regulación siempre va varios pasos por detrás de la ciencia, pero lo realmente preocupante es que también va un paso por detrás de la economía. Así, aunque en varios países se prohíba una sustancia concreta, puede ser perfectamente legal en otros. Del mismo modo, aunque se conozcan sus riesgos, es posible que se permita su uso por diversos intereses o en muy determinadas circunstancias y medidas. Así se explica que un producto como el formaldehído se encuentre tan fácilmente en nuestros hogares y espacios de trabajo, incluso en niveles altos. Este químico aún se utiliza en cosméticos, ambientadores o champús a pesar de ser un cancerígeno confirmado para humanos (clasificado en el grupo 1 por riesgo de cáncer nasofaríngeo) por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC).

También es cierto que, aunque la regulación se cumpla a rajatabla, en ocasiones no es fácil controlar la exposición a sustancias dañinas. Siguiendo con el ejemplo del formaldehído, incluso si no empleamos ningún producto que lo contenga, sí podemos favorecer su aparición: la reacción del limoneno con el ozono, dos elementos comunes, lo podría producir (aunque hay estudios que lo corroboran y otros que lo desmienten, lo mejor es evitar cualquier riesgo). Es otra de las contraindicaciones de los ambientadores que, teniendo sustancias químicas inocuas, pueden provocar problemas al reaccionar con otros químicos. Y sin llegar al extremo de desarrollar el cáncer por exposición alta o prolongada, el formaldehído también es culpable de irritaciones en los ojos, la garganta, la piel o la nariz.

Por otro lado, aunque no se prohíban o se advierta de su peligro, existen otros componentes de los ambientadores que suponen un riesgo. Se trata de aquellas sustancias consideradas posibles alérgenos que, si bien están contraindicados para las personas propensas, se recomienda limitar sus cantidades para cualquier otro individuo.

Ser un aroma natural tampoco es garantía de seguridad. Un buen ejemplo de esto es el limoneno (utilizado para imitar el aroma a limón) que se sintetiza químicamente y se puede encontrar en grandes cantidades en la piel del limón. A pesar de encontrarse en la naturaleza y no ofrecer evidencias de daños graves como otros compuestos de los ambientadores (como pueden ser desarrollo de cáncer, afecciones a los fetos, etc.) sí puede provocar dermatitis o asma, siendo peligroso para las personas propensas a esos problemas.

Todas estas contraindicaciones que se han comentado derivan del control por parte de las instituciones. Por tanto, se desaconseja totalmente el empleo de perfumes caseros o productos “naturales” sin etiqueta, ya que podrían provocar estas u otras consecuencias negativas, si no por sí mismos, por reacción con otros productos.

Y es que lo natural debe estar contrastado y se debe tener en cuenta que no es un sinónimo de saludable. De hecho, algunos estudios ponen el foco en los ambientadores naturales, como el incienso, que tanta popularidad han adquirido a raíz de su uso en culturas asiáticas ligadas al bienestar, la relajación y la comunión con la naturaleza. La OCU ya advertía hace diez años de los peligros de estos productos, como la producción de ocho veces más benceno que un cigarrillo.

 

¿Hay ambientadores recomendados?

La buena práctica indica que lo más razonable es prescindir de todo ambientador. En los casos en los que no sea posible (que no se nos ocurren, pero quién sabe…), existen estudios que determinan ciertos tipos como más dañinos. Por ejemplo, aquellos que se basan en la combustión.

Los ambientadores que evaporan aceites esenciales, los quemadores de incienso, los difusores eléctricos o cualquier otra técnica que emplee calor o combustión de sustancias, son potencialmente peligrosas. La transformación que se produce por acción del calor puede crear compuestos como el benceno, un cancerígeno presente en el humo del tabaco o los gases que emite el tráfico.

En cualquier caso, tanto si te molestan los olores o notas que un ambientador te produce alergia como si no, recuerda:

  1. Ventila bien el espacio.
  2. Vigila los niveles de contaminación a menudo.
  3. Evita humos de todo tipo (incluso velas o pequeños quemadores).
  4. Suprime todo tipo de químicos en la medida de lo posible.
  5. Consulta nuestros servicios de Limpieza ECO Friendly.