El riesgo climático para las empresas
El cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Sus efectos, como el incremento de la temperatura global, el aumento del nivel del mar, la acidificación del océano, los fenómenos climáticos extremos o la pérdida de biodiversidad ponen en peligro, también, la viabilidad de muchas compañías. Estas consecuencias ya las estamos notando pero, si nada lo remedia, irán a más. Por eso es tan importante que todos, también las compañías arrimemos el hombro para combatirlo, y cuanto antes lo hagamos, mejor. Cada grado de temperatura importa.
El riesgo climático se define como la posibilidad de que los cambios en el clima o sus consecuencias afecten negativamente a una empresa, de cualquier modo. Así, estos riesgos pueden ser físicos, como los comentados anteriormente, o de transición, que están relacionados con los costes de adaptación, cambios normativos, etc. Por su parte, las consecuencias pueden afectar a las empresas de manera directa o indirecta, por ejemplo, a un eslabón de su cadena de suministro.
El riesgo no es menor. Según S&P Global, para 2050 el 90% de las grandes empresas tendrá, al menos, un activo expuesto a los impactos físicos del cambio climático. Y en la Risk Survey del año pasado, los riesgos climáticos serán los segundos de mayor impacto a nivel global este 2023, solo por detrás de los riesgos geopolíticos.
Riesgo climático físico
Este tipo de riesgos climáticos se prevé que van a ser más frecuentes y más graves. Inundaciones, sequías, tormentas, olas de calor… puede dañar la infraestructura de las empresas, interrumpir su aprovisionamiento o afectar a la producción. Ante esta posibilidad, las empresas deben buscar formas de sortear este tipo de circunstancias, aunque ante la imprevisibilidad de estos fenómenos y su cambiante intensidad, no es algo fácil de hacer. Por otro lado, de cara a colaborar en el objetivo de no aumentar las temperaturas a nivel global, las empresas también pueden condicionar sus decisiones a la búsqueda de la sostenibilidad.
Riesgo climático de transición
Los cambios regulatorios y políticos relacionados con el clima pueden afectar de forma negativa a la actividad de las empresas. Por ejemplo, la introducción de impuestos al carbono, la prohibición de los plásticos de un solo uso, el aumento de costes de emisiones o la imposición de aranceles a ciertos productos. La transformación necesaria para cumplir con este tipo de normativas puede ser muy complejo, por lo que la mejor opción es siempre avanzar hacia modelos de negocio más sostenibles para estar mejor preparados para cuando lleguen las imposiciones o se necesite actuar de forma inmediata.
Otros riesgos climáticos
Podríamos identificar un tercer tipo de riesgos climáticos, aunque generalmente no se definen de este modo. Son los problemas relacionados con la reputación de las empresas, que pueden llegar a tener cierta gravedad para un negocio. No adaptarse a las nuevas normativas contra el cambio climático, realizar prácticas poco éticas o no recorrer un camino de transición hacia actividades más sostenibles puede suponer una pérdida de lealtad de los clientes, problemas internos en el equipo, apariciones indeseadas en medios u otras circunstancias que deriven, en último término, en una disminución de ingresos.
Es importante que las empresas se adapten ya a las consecuencias que pueden tener los cambios en el clima en sus negocios, así como comenzar a adoptar prácticas sostenibles con un doble objetivo: sortear el riesgo climático y colaborar en la lucha contra el cambio climático para reducirlo. Además de los beneficios evidentes para la competitividad a largo plazo y para el medio ambiente, también pueden ayudar a reducir costes de producción, atraer mejor talento, mejorar la eficiencia de las operaciones y aumentar la rentabilidad.
10 medidas para reducir el riesgo climático en tu empresa
Dependiendo del tipo de organización y el sector, se pueden analizar y tomar medidas concretas que disminuyan el riesgo climático; pero aquí van unas sugerencias que, en mayor o menor medida, pueden resultar de utilidad a nivel general.
- Mide y gestiona las emisiones de gases de efecto invernadero para identificar oportunidades de reducción.
- Mejora la eficiencia energética y apuesta por el suministro de energías con garantías de origen renovable en las instalaciones corporativas.
- Compensa las emisiones generadas recuperando ecosistemas dañados en colaboración con organizaciones como Lurgaia Fundazioa, Treedom o Tree Nation.
- Optimiza las operaciones de transporte y logística, fomentando la movilidad sostenible y renovando la flota de la empresa con vehículos no contaminantes.
- Confía tareas anexas al negocio a proveedores ECO Friendly con sellos de calidad ambiental e incluye cláusulas de sostenibilidad en contratos de suministro.
- Evalúa la vulnerabilidad climática de la empresa y desarrolla planes de contingencia para hacer frente a los riesgos detectados.
- Presenta informes de sostenibilidad e incorpora los criterios ESG al negocio.
- Crea oficinas verdes en las que desarrollar la actividad de la empresa de una mejor forma.
- Participa en iniciativas empresariales por el clima y realiza labores de divulgación entre los empleados.
- Revisa tu modelo de negocio para encontrar nuevas oportunidades en torno a la sostenibilidad.
El cambio climático presenta importantes riesgos para las empresas, pero también es una oportunidad para hacer mejor las cosas. Adopta medidas cuanto antes para mejorar la resiliencia de la empresa, reducir los costes y aumentar la rentabilidad a largo plazo, mientras ayudas a crear un futuro mejor para las nuevas generaciones.